sábado, 9 de febrero de 2008

Poesía: Mariposa





Mariposa del aire,
qué hermosa eres,
mariposa del aire
dorada y verde.
mariposa del aire,
¡Quédate ahí, ahí, ahí!...
No te quieres parar,
pararte no quieres.
Mariposa del aire
dorada y verde.
Luz de candil,
mariposa del aire,
¡Quédate ahí, ahí, ahí!...
¡Quédate ahí!
Mariposa, ¿estás ahí?



Federico García Lorca

19ª Feria Infantil y Juvenil




El lema del año 2007 fue: "Libros a la vista"



Muy pronto te brindaremos el logo y el lema de este año !



La Feria Infantil y Juvenil está organizada por “Fundación El Libro”.
Cada año se brindan diversas actividades para los niños y jóvenes, entre ellas:

Espectáculos
Talleres permanentes
Talleres rotativos
Narración de cuentos
Diálogo con escritores
Firmas de ejemplares
Biblioteca Infantil
Juegos y Concursos

La fecha prevista para realización de este lindo y fructífero encuentro será para el mes de Julio de 2008.


Para mayor información dirigirse a:

Fundación El Libro
Hipólito Yrigoyen 1628, 5º Piso
C1089AAF Buenos Aires, República Argentina
Tel: (54-11) 4370-0600, Fax: (54-11) 4370-0607
E-mail: fundacion@el-libro.org.ar
Web:


La Fundación El Libro está constituida por:

Sociedad Argentina de Escritores (SADE)
Cámara Argentina del Libro (CAL)
Cámara Argentina de Publicaciones
Sector de Libros y Revistas de la Cámara Española de Comercio
Federación Argentina de la Industria Gráfica y Afines (FAIGA)
Federación Argentina de Librerías, Papelerías y Actividades Afines (FALPA)

lunes, 4 de febrero de 2008

Poesía: Castillos de Arena





Un castillito en la playa,
un castillito de arena,
paredes con caracoles
y una torre con almena.

Las olas del mar lo miran,
se le acercan lentamente,
saben que van a romperlo
aunque el niño se lamente.

El agua lo va mojando,
el niño mira con pena,
ya se cae la torre alta
y ya se rompe la almena.

Los castillos y las olas
son muy buenos amiguitos,
el mar se guarda la arena
para nuevos castillitos.



Carlos Fiorentino, Puerto Madryn

Poesía: El hombre de la bolsa




Allá viene, en la distancia
caminando lentamente,
acercándose con ansias
a este pueblo, nuevamente.

En la bolsa tan pesada
lleva miedos de pequeños
a su tierra desolada,
al país de los sin sueños.

Va contento por las calles
con su carga misteriosa.
Peina la barba en los valles
en su marcha majestuosa.

Pisa barro, pisa nieve,
pisa piedra y deja marcas.
Los pájaros, cuando llueve,
le cantan en la comarca.

Hay viento que, en ocasiones,
en su andar y sus paradas,
le canta lindas canciones
de voces y carcajadas.



Marta Rampone, Puerto Madryn

Cuento: Prisionero de un sueño





Momentos de la vida… Los hay tristes, felices, melancólicos, majestuosos. Pero este es muy raro; no sé dónde ir, que hacer. En esta prisión todos marchan igual, no se distinguen las edades, todos tienen el rostro desgarrado y las manos marchitas. Estoy intranquilo, los nervios me devoran vivo.Es por eso que comienzo a escribir. Aquí, en este papel y con esta vieja carbonilla que mi padre recibió al nacer, logro liberarme. Mis pensamientos fluyen, mi alma se aferra a lo irreal, siento un vacío en mi pecho, algo me dice que lo haga y acepto.Para los que no me conocen, me presento como más me gusta: escribiendo. Soy José Mansilla, tengo 30 años y una historia que contarles, justamente, eso haré.Fui dócil en mi vida; un niño obediente, respetuoso de mis padres y concurrí a la escuela normalmente. Cuando me sentía mal, me atendieron, cuando enfermé siempre hubo una caricia que me curara. Pero eso no sirvió para quitarme esos locos proyectos de mi cabeza.Soñaba con ser millonario, tener una enorme mansión, viajar y comprar desde una guitarra hasta los más bellos cuadros de Picasso.Mi actitud cambió totalmente cuando entré a la adolescencia. Comencé a vincularme con chicos en los que nunca me había fijado. Me encantaba ir a las fiestas que hacían, eran chicos y chicas de otras partes de la ciudad. Éramos sanos, bebíamos cola y comíamos pizza en cada reunión. Nos divertíamos bailando y a veces jugábamos al pool.Así fue como un día conocí a Elizabeth.Recuerdo que llegué al lugar donde era la fiesta, mojado por la intensa lluvia que caía en ese momento. Al entrar, un amigo me la presentó.-Elizabeth, él es José. José, ella es Elizabeth.Al mirarme con sus tiernos ojos, esbozó una sonrisa y exclamó con voz algo chillona:-Encantada de conocerte.Fue amor a primera vista: eso sintió mi corazón Comenzamos a bailar y no paramos hasta el amanecer.Cuando comenzó a salir el sol, noté que su cara tenía una expresión de sueño, desganada. Me acerqué para darle un beso, pero en ese momento esquivó mi boca.-Nos vemos luego -dijo y se fue por la puerta trasera de la casa.Nos encontramos en otros bailes, hasta que un día le pregunté dónde quedaba su casa. Me explicó que vivía en el departamento de un edificio, en la calle Freud. Casualmente en ese momento se iba, así que no dudé en acompañarla hasta su hogar.Así comenzó la relación. Salimos varias veces, a bailar, o tomábamos algo en alguna confitería. Llegó un momento en que le tuve tanta confianza, que le quise contar mi sueño. Una meta, algo que casi todos tenemos en nuestra vida, pero que es muy personal. Igualmente, tomé coraje y hablé.Ella me miró de arriba hacía abajo como pensando que yo nunca podría lograrlo. Pero eso fue lo que yo percibí; al contrario, luego me dijo que confiaba en mí y que me podría ayudar con mi loca fantasía.-Es sólo un pensamiento, un deseo. No te lo tomes tan en serio, no tanto como para ayudarme-le repliqué-. Tal vez algún día sea un hombre rico, quizás en un futuro muy lejano.-Está bien, pero dentro de un tiempo te voy a dar una mano, contestó.Así pasaron mis días, con esa chica que apenas conocía. Pero la vida es así, cruel para algunos. Y fue justo ese día ventoso en que decidimos salir a tomar un café, donde comenzó mi triste historia. Una historia digna de ser contada.Recuerdo que llegamos totalmente despeinados. Nos sentamos en la primera mesa que encontramos, porque estábamos, muy agotados. Ella me ofreció rápidamente ayuda económica de una manera muy fácil, pero arriesgada, según lo que me dijo.-Tomá esto. Vos andá hoy a las doce de la noche a la esquina de tu barrio. Ahí alguien te lo va a comprar.Yo pensé que no era una buena idea y pregunté, con curiosidad, que era lo que había allí dentro.-Eso no importa. Lo que verdaderamente me interesa es que lo vendas. Te van a dar varios palos verdes, vos quédate con la mitad y el resto me lo das a mí, ¿OK?Tomamos el café; mientras lo hacíamos yo pensaba en esa bolsita extraña, cerrada con cinta adhesiva. Inmediatamente sentí que todo se detuvo. Y fue cuando finalmente pensé en el riesgo que implicaba vender eso: ¡era droga!-Mira José, aceptá, soy una buena mujer, no como otras que andan por ahí, sin rumbo- dijo al momento mientras yo pensaba la locura que estaba a punto de cometer. ¡De ninguna manera puedo aceptar esto!-dije, refiriéndome a la droga que me había dado--¿Me considerás una ramera? Que bien lo tuyo. Así te va a ir.Yo reaccioné inmediatamente y con los dientes apretados murmuré:-Me refiero a lo que me diste, estúpida.-Con eso te va a ir bien. Haceme caso. Te lo digo por que te quiero- dijo ella-.Tomó su cartera. Dejó arriba de la mesa diez pesos; se paró y sin decir nada se fue.Fui totalmente puntual. El viento no había parado aún. Vestía un saco largo, un sombrero y por las dudas, un pasamontañas, ya que en una llamada que me había hecho Elizabeth; previamente, me lo recomendaba. Cuando estaba en el café yo no quería hacerlo, pero luego mi mente cambió de actitud y me dijo decidí.Después de unos minutos llegó un joven. Tenía los ojos rojos, estaba harapiento y traía un maletín en la mano. Al verlo me asusté, pero a la vez me alegré. ¡El cliente había llegado!-Dame eso-me dijo-Yo obedecí y me dio el maletín. Justo en ese momento pasaban por allí dos policías. Al verme me gritaron ¡alto ahí! Yo comencé a correr, y justo en ese momento, vi que detrás de ellos venía Elizabeth señalándome a mí:-¡Atrápenlo! ¡Es un criminal! ¡Los narcos deben ir presos!Eso me rompió el corazón. Las piernas se me aflojaron y caí. Los policías llegaron hasta donde estaba y me apuntaron:-¡Alto las manos!-¡Suelte ese maletín!-Ella me engañó, me engañó-dije mientras lloraba y ella continuaba gritando--¡Sos pura mierda! ¡No servís para nada! ¿Por qué le vendes eso a mi hermano? ¿Lo querés matar? ¡Asesino! ¡Asesino!Me esposaron, mientras yo continuaba llorando. No me salía una sola palabra de mi boca. Bruscamente subí al auto e inmediatamente me llevaron a la comisaría, mientras yo veía que el mundo se me borraba, que todo era un sueño y que quería despertar. Pero no podía.Y así terminé, aquí; solo, triste, sin mí sueño cumplido, sin esperanzas. Por eso les digo que tengan sueños, pero que no traten de cumplirlos atentando contra su dignidad; que no busquen soluciones fáciles.Las drogas de nada sirven, ni venderlas ni consumirlas.A ustedes, chicos, les digo que aprovechen a sentir el viento que roza sus caras. Huelan los aromas que los rodean, jueguen, corran, hagan lo que sea sin perjudicar al otro. Despiértense cada mañana más contentos y agradezcan cada día, hora, minuto. ¡Disfruten la vida! Porque lo más difícil es ser prisionero de sus propios juicios, cuando somos concientes que hemos fallado y nos encontramos recluidos en nuestra dura realidad.



FIN



Autor: Agustin Godoy, 14 años, 3er premio de literatura (narrativa) en los Certámenes Culturales Evita 2007, Provincia del Chubut.